La gastronomía suele infiltrase en la literatura de forma sutil, como un detalle para dibujar el escenario en el que se mueven los personajes, para reflejar su personalidad, para dotar de verosimilitud a la historia. Una receta por ahí, una comida familiar por allá; un aroma de la infancia que despierta recuerdos, un cóctel que desencadena la acción.
Pero, en pocos casos, los escritores se atreven a dedicar un libro únicamente a sus experiencias culinarias, convirtiendo así algo tan cotidiano como comer en materia literaria. Una de las excepciones es la novelista estadounidense Laurie Colwin, que en 1988 publicó ‘Home cooking’, que ahora se ha reeditado en España bajo el título de ‘Una escritora en la cocina’ (Libros del Asteroide).
Un libro a medio camino entre las memorias y el recetario, que no deja de ser un homenaje a ese pequeño placer que es sentarse a la mesa en compañía y disfrutar de platos sencillos, pero bien hechos, desde un pollo frito a la manera tradicional a un salteado de verduras, pasando por un estofado de ternera. Y, mientras Colwin recuerda sus grandes ‘hits’ gastronómicos, deja toda una serie de reflexiones sobre el mundo de la cocina, muchos de los cuales se clavan en el centro de la diana. Estos son 10 ejemplos extraídos del libro:
Sobre la importancia de la cocina
-“Cada vez que salgo al extranjero me siento irresistiblemente atraída por las tiendas de comestibles, la de suministros de cocina y los supermercados. […] La cultura no la conforman exclusivamente las Grandes Obras de la humanidad, sino también los elementos cotidianos, como el alimento y la manera en que se prepara”.
-“Cenar a solas es uno de los grandes placeres de la vida. Sin duda alguna, cocinar para uno revela la cara más peculiar del ser humano”.
-“Parte de la experiencia de la maternidad consiste en revivir la propia infancia; por eso, cada vez que veo a mi hija probar esto o aquello, […] rememoro aquel tiempo en que mi paladar era puro e ingenuo, todo representaba una aventura y el mundo era un lugar tan fresco como un pescadito”.
Sobre el valor de las cosas simples
-“No estoy de acuerdo en que para comer bien hay que dejarse una pasta; pocas recetas superan a la clásica patata asada”.
-“Casi todos los utensilios son trastos; pocos son de veras necesarios. Es perfectamente posible cocinar bien con muy poco. La mayor parte del planeta cocina con fuego sin bártulos que valgan”.
-“Es precioso ver un montón de pimientos juntos. Y más precioso aún verlos cortados en tiras y listos para hacerse a fuego lentísimo en una cacerola grande de aceite de oliva afrutado”.
-“Las barbacoas son como tomar el sol: todo el mundo sabe que es perjudicial para la salud pero nadie se priva”.
Contra las imposturas
-“Cuando la vida se pone cuesta arriba y el día ha sido largo, la cena ideal no se compone de cuatro pases impecables, sino más bien de un plato reconfortante y sabroso, fácil de digerir; algo que nos haga sentir protegidos, aunque solo sea durante un par de minutos”.
Noticias relacionadas-“La comida se ha convertido en algo sofisticado. Algunas revistas satinadas presentan diminutas tajadas de magret de pato crudo servidas en platos extravagantes con la misma veneración que antes prodigaban a las modelos de Balenciaga. Bienvenidas a la era de la comida de alta costura”.
-“Las comidas horrendas que no te matan te hacen más fuerte, más noble, y te preparan mejor para afrontar un sinfín de sorpresas y desafíos que nos tiene reservados este alucinante mundo nuestro”.
Receta para el postre: pudin de chocolate al vapor
En ‘Una escritora en la cocina’, aparte de rememorar su relación con la cocina, Laurie Colwin también desliza toda una serie de recetas que han marcado su vida y que son todo un manifiesto a favor de la cocina casera, elaborada sin prisas, pero también sin ínfulas de ningún tipo. A modo de postre de este artículo, aquí va una de ellas: el pudin de chocolate al vapor.
-Derretir 60 gramos de chocolate
-Añadir 200 gramos de azúcar y 120 mililitros de mantequilla derretida
-Añadir las yemas de dos huevos a las claras ya montadas e incorporar esta mezcla a la de chocolate.
-Agregar 75 gramos de harina y media cucharadita de vainilla
-Extender en una bandeja bien engrasada e introducir al horno a 175 grados, bajando progresivamente hasta 150 grados. Calcular entre 10 y 12 minutos.