El prestigioso cocinero Karlos Arguiñano visitó el pasado jueves El Hormiguero para presentar su último libro, Cocina 10 con Karlos Arguiñano. El programa de Pablo Motos y Trancas y Barrancas preguntó al chef, además de sobre su último trabajo, también acerca del de todos los días -los fogones- y su trayectoria profesional. Y en el transcurso de la conversación el vasco dejó alguna joya a las que acostumbra a sus seguidores, siempre con un toque de humo e ironía. Una de estas perlas coincidió con lo que hace durante el desayuno, un momento que, reconoce, percibe como “íntimo”. “Lo hago en pelotas”, señaló: “Si estoy solo, sí, desayuno en pelotas”.
“Desayunar y tiro de sartén - a mí lo del cafecito me parece de estudiante-. Un huevo con cabeza de jabalí, una cebollita fritita… no me cuesta nada y lo hago en pelotas, te da libertad, es muy íntimo”, añade.
Aunque la charla dio para mucho. Así las cosas, el cocinero reconoció que le encanta salir en televisión y que está muy feliz de haberlo hecho durante 35 años con un toque tan personal. De esta manera, el chef asumió que “prefiere salir todos los días de payasete diez segundos porque a la gente no se le puede aburrir”. “Tienen que ver que estás con buen ánimo”, enfatizó.
Sobre ese estilo tan propio, el cocinero señaló que “igual tiene más de 500” objetos entre “caretas, muñecos y gafas”. Y es que es habitual que la aparición en televisión la haga disfrazado o con algo.
A continuación, habló sobre su nuevo libro, en el que dice que cuenta “su vida”, que no es otra cosas que la cocina. “Es a lo que me dedico desde que tengo 17 años”, evidenció, considerando que aunque todos sus libros “son buenos”, éste “es la repera”. “La gente que lo tiene en casa está salvada”, cree entre risas.
El manual, cuenta al espacio de televisión, lo ha escrito con la ayuda de su hermana y se su hijo, ambos coprotagonistas en el programa de cocina, en la sección de postres. “Somos competencia, estamos a la misma hora y la madre, ¿a quién ve? Al hijo… Los hijos son de ellas, los maridos los encontraron en un bar”.
“El día que conocí a mi mujer me tocó la lotería”
Y esto le dio para introducir a su mujer en la conversación, hacia quien se desprendió en elogios: “Yo no soy de comprar lotería, pero el día que conocí a mi mujer me tocó lotería”. Su experiencia le ha ido a pensar que “el amor es cuestión de suerte, pero fijándote” porque “ella estaba por otro, pero él estaba lerdo”.
La historia entre Arguiñano y su mujer se fragua, cuenta el cocinero “en una discoteca”. “Yo la había visto en la pescadería ya y cuando la encontré ahí, le dije que si bailaba, me dijo que sí pero después se fue, volví hasta tres veces para bailar con ella, luego me enteré de que estaba esperando a otro, pero no venía, así que llegó quien tuvo que llegar”.
La relación de Arguiñano con sus nietos
Arguiñano también ha contado cuánta gente se junta en su casa los fines de semana y cómo es la relación con su familia, especialmente con sus nietos. En número, mínimo acuden 18 personas cada fin de semana. “Es Navidad todos los domingos”, celebra entre risas: “Tampoco preparo todo yo solo, hasta mis nietos con seis u ocho años me ayudan con las croquetas, por ejemplo, y son niños que luego comen de todo porque te ayudan”. Tiene “13 nietos”. “Los compro chuches todos los domingos porque sé que entre semana no comen”
Sobre sus bromas, una de las más famosas es la que tuvo lugar el año pasado durante el día de los inocentes. “Se me fue de las manos. En mis programas hablé de un centro de inteligencia artificial que quería hacer un estudio de mi cerebro de modo que en unos años la gente pudiera cocinar pensando como yo (…) Era el día de los inocentes, pero la gente se lo creyó”.
Arguiñano cierra la entrevista sosteniendo que para él lo principal es “la fuerza de voluntad”. “Si tú te empeñas lo aprendes. Hay que ser constante con las cosas, si quieres algo, hay que dedicarle tiempo y ser humilde porque importantes somos todos. Yo a todo el mundo le doy el mismo trato, les hablo igual a mis animalitos que a mis directores generales”, defiende.